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Algunos principios fundamentales de la Fé Católica

Actualizado: 21 mar 2022

Optar siempre, siguiendo la voz de la propia conciencia, por aquella decisión que esté en la dirección de lograr el menor mal posible según los valores que se hallen en juego. (Vidal M, 1979) (Concilio Vaticano II, GS, 16 y 17)


  • Relación entre Fe, Ciencia y Cultura.

  • Conciencia Moral, Sagrario inviolable.

  • El Ser Humano, Imagen de Dios.

  • Principio del mal menor.

  • Principio de gradualidad.






El Magisterio de la Iglesia cuenta con una larga tradición inspirada en la Revelación, y acuñados en el Concilio Vaticano II. El mismo se ha inspirado en algunos principios no tan conocidos por el público en general, pero que guían de forma referencial, muchas de las aplicaciones morales y pedagógicas del Magisterio y de las acciones pastorales.


Nos referiremos a algunos de ellos:

a. Relación entre Fe, Ciencia y Cultura.

El Concilio Vaticano II reconoce la justa libertad y autonomía entre la ciencia y la fe. Y lo considera como algo altamente positivo.

Pide a los teólogos que sigan revisando el pensar teológico dejándose cuestionar por los acontecimientos y descubrimientos nuevos que la ciencia va realizando.

Reconoce a los fieles, clérigos o laicos, la justa libertad de investigación, de pensamiento y de hacer conocer humilde y valerosamente su manera de ver en los campos que son de su competencia.

Vivan los cristianos en muy estrecha unión con los demás hombres de su tiempo y esfuércense por comprender su manera de pensar y de sentir.

Hay que reconocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no solo los principios teológicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas (psicología, medicina, sexología, sociología, etc.)


Reconoce como un valor el estudio de las ciencias y la exacta fidelidad a la verdad en las investigaciones científicas, la necesidad de trabajar conjuntamente en equipos técnicos, el sentido de la solidaridad internacional, la conciencia cada vez más intensa de la responsabilidad de los peritos para la ayuda y la protección de los hombres, la voluntad de lograr condiciones de vida más aceptables para todos, singularmente para los que padecen privación de responsabilidad o indigencia cultural.

(Concilio Vaticano II, GS, 54).

b. Conciencia Moral, Sagrario inviolable.

El Concilio Vaticano II destaca la conciencia humana como Sagrario Inviolable, donde cada ser humano deberá tomar sus propias decisiones frente a Dios.

El ser humano será juzgado según su conciencia, y no por obedecer tal o cual norma.


Destaca la necesidad de ayudar a formar una conciencia justa, recta y verdadera para que cada persona pueda tomar frente a cada una de las situaciones que vive, la decisión moral más correcta.

(Concilio Vaticano II, GS, 16 y 17).

c. El Ser Humano, Imagen de Dios.

La comprensión del ser humano como imagen de Dios es tan decisiva y totalizante que hace del hombre y la mujer seres moralizados.

La semejanza divina consiste en la referencia esencial y permanente del hombre a Dios como fundamento y figura de su ser, incluye en sí el estar referido a Dios como centro de su esencia. Existe una continua tensión del ser humano hacia el futuro, en concreto hacia Dios. De ahí que dentro de la moral cristiana de la persona entren de lleno los temas de la conversión permanente.

Cristo en cuanto ser humano, es nuestro camino para ir a Dios


Dios inscribe en el corazón de los seres humanos una “ley nueva”. El Espíritu Santo que viene a morar en éste.

(Vidal M, 1979, p.102 -106).

d. Principio del mal menor.

Para la comprensión correcta de una situación es necesario hacer un discernimiento de cuales son aquellos valores que se hallan concurriendo en dicha situación y ponderar el peso o la importancia de cada uno de éstos.

Un adecuado juicio moral que se haga sobre dicha situación deberá optar por aquella decisión que esté en la dirección de lograr el menor mal posible según los valores que se hallen en juego en dicha situación.


Las normas sexuales han de formularse y entenderse del siguiente modo: i) no como ‘normas deontológicas’, es decir, como expresiones de una moralidad absoluta. ii) sí con ‘validez general’, es decir en la mayoría de los casos. iii) y con ‘una función dinámica y pedagógica’, es decir, como expresiones generalizadoras del modelo moral que ha de ser apropiado por cada persona en la realización concreta de su vocación responsable.

(Vidal M, 1979, p. 450 – 451).

e. Principio de gradualidad.

Se trata de que el ser humano conoce, ama y realiza el bien moral según diversas etapas de crecimiento. No es una gradualidad de la ley, sino una gradualidad en el ejercicio prudencial de los actos libres en sujetos que no están en condiciones sea de comprender, de valorar o de practicar plenamente las exigencias objetivas de la ley.

Hay que evitar juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición.

(Amoris Laetitia, 295)

Referencias bibliográficas:

  • Concilio Vaticano II. Constitución “Gaudium et Spes”. Biblioteca de Autores Cristianos, Trigésimo sexta edición, Madrid. (1967).

  • Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Roma. (2016)

  • Vidal Marciano. Ética de la Persona, Tomo II-Moral de Actitudes. PS Editorial. Madrid. Cuarta Edición. (1979).


Ver páginas enlazadas:

  • Relación entre Fe, Ciencia y Cultura

  • Conciencia moral, Sagrario inviolable del ser humano

  • El ser humano como imagen de Dios

  • Principio del logro del mal menor

  • Principio de Gradualidad




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