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Concepción Teológica del Ser Humano

Actualizado: 21 mar 2022

La Educación Afectivo- Sexual debería intentar la fidelidad “al Hombre” y “a Dios”, simultáneamente. El Dios de Jesús quiere la vida plena y digna del ser humano en el mundo … “el ser humano es una realidad absoluta y no relativa”…. “Es colocado como centro y cima de todos los valores” (Vidal M., 1969)

“La semejanza divina consiste en la referencia esencial y permanente del ser humano a Dios como fundamento y figura de su ser, incluye en si el estar referido a Dios como centro de su esencia”. (Vidal M., 1969)


La Educación afectivo-sexual ha transitado diversos caminos en el acontecer educativo de nuestro país. Grandes incursiones, polémicas, confrontaciones, censuras y desacreditaciones han sucedido dentro y fuera de la Iglesia Católica, lo que nos ha cuestionado a los que decidimos dedicarnos a este campo de la Enseñanza.

Quizás sea momento de comenzar a preguntarnos ¿cuál es el norte hacia donde caminamos?, ¿el horizonte de la educación? y ¿desde dónde nos posicionamos en esta tarea tan delicada como creativa?.

Un peligro amenaza esta tarea que nos convoca: la posibilidad de perder de vista lo esencial. Ser fiel a la Persona humana y a Dios simultáneamente, como aquellos dos ejes de referencia que en realidad son una unidad, puesto que lo que quiere el Dios de Jesús es la vida plena y digna del ser humano en el mundo...





a. Fidelidad a la Persona Humana.

El Concilio Vaticano II trae la siguiente precisión al respecto:


“Creyentes y no creyentes están generalmente de acuerdo en este punto: todos los bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de todos ellos...Pero Dios no creó al hombre en solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer. Esta sociedad de hombre y mujer es la expresión primera de la comunión de personas humanas. El hombre es, en efecto, por su íntima naturaleza, un ser social, y no puede vivir ni desplegar sus cualidades sin relacionarse con los demás. Dios, nos dice también la Biblia, miró cuánto había hecho y lo juzgó muy bueno”. (Concilio Vaticano II, GS 12).

En este sentido, concordamos con el teólogo Marciano Vidal que ‘el hombre es colocado como centro y cima de todos los valores’. Y para expresar ese carácter de centro axiológico debemos afirmar que ‘el Hombre es una realidad absoluta y no relativa’. La persona tiene una dimensión moral porque no es un ser que se constituya en cuanto tal por la referencia a otro ser. El hombre es un centro de iniciativa y de atracción. Es como un universo de carácter absoluto. No negamos que la persona tenga la instancia de apertura a los demás y a Dios, pero aún en ese movimiento de apertura no puede perder su dimensión de centro; no puede deponer su carácter de absoluto. (Vidal M., 1969, p.93).

Por tanto, el ser humano es y debe ser tratado siempre como un “fin” y como una realidad absoluta.

Continuando el análisis, seguimos de acuerdo con Marciano Vidal cuando destaca ‘la estructura personal del ser humano’ como el origen y centro de los valores morales.

“El Concilio Vaticano II se mueve dentro de este horizonte axiológico. La aspiración de muchos hombres por una ‘ética humanista’, al estilo de lo que propone E. Fromm brota de una consideración del hombre como ‘ser personal’. La persona es centro de valores por su misma condición de persona”. (Vidal M., 1969, p.95). Y como agrega la encíclica Laudato Si: “lo divino y lo humano se encuentran en el más pequeño detalle contenido en los vestidos sin costuras de la creación de Dios, hasta en el último grano de polvo de nuestro planeta”. (Laudato Si, n°9).

“Cuando el pensamiento cristiano reclama un valor peculiar para el ser humano por encima de las demás criaturas, da lugar a la valoración de cada persona humana, y así provoca el reconocimiento del otro. La apertura a un tú capaz de conocer, amar y dialogar sigue siendo la gran nobleza de la persona humana. Por eso, para una adecuada relación con el mundo creado no hace falta debilitar la dimensión social del ser humano y tampoco su dimensión trascendente, su apertura al Tú divino”. (Laudato Si, n°119)

b. Fidelidad a Dios.

Sin perder de vista el otro polo esencial que da sentido al ser humano, es importante no olvidar que la comprensión del hombre como imagen de Dios es tan decisiva y totalizante que hace del hombre un ser moralizado. Así que, existe una continua tensión del hombre hacia Dios. De ahí que dentro de la moral cristiana de la persona entren de lleno los temas de la conversión permanente. Cristo en cuanto hombre, es nuestro camino para ir a Dios. Dios inscribe en el corazón de los seres humanos una “ley nueva”. El Espíritu Santo que viene a morar en éste. (Vidal M., 1969, p.102-106).

Estas dos realidades se constituyen en si mismas, como polos de magnetismo y tensión en la educación católica, donde se inserta la educación afectivo-sexual: que debería intentar la fidelidad al Hombre y a Dios simultáneamente.

En esta perspectiva se han generado, proyectado y puesto en práctica diversidad de acciones que no siempre han guardado esa pretendida fidelidad, aunque lo hayan intentado. Luego, en la expresión concreta han quedado rehén de uno u otro polo exclusivamente.

Referencias bibliográficas:

  • Concilio Vaticano II. Constitución “Gaudium et Spes”. Biblioteca de Autores Cristianos, Trigésimo sexta edición, Madrid. (1967).

  • Encíclica “Laudato si”. Roma. (2015)

  • Vidal Marciano. Ética de la Persona, Tomo II-Moral de Actitudes. PS Editorial. Madrid. Cuarta Edición. (1979).


Ver páginas enlazadas:

• Marco Concepción Cristiana de la Sexualidad

• Concepción Cristiana

• Algunos Principios Fundamentales de la Fe Católica


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