Año 2022. octubre, 14. Foro N° 16.
Uno de los temas de los cuales, muchas veces no se habla o se lo hace con muchos prejuicios o tabúes es el de la sexualidad en personas con discapacidad. El Papa Francisco en Amoris Laetitiae nos enseña lo siguiente:
“Las personas con discapacidad son para la familia un don y una oportunidad para crecer en el amor, en la ayuda recíproca y en la unidad […] La familia que acepta con los ojos de la fe la presencia de personas con discapacidad podrá reconocer y garantizar la calidad y el valor de cada vida, con sus necesidades, sus derechos y sus oportunidades. Dicha familia proveerá asistencia y cuidados, y promoverá compañía y afecto, en cada fase de la vida” A.L.47
En este sentido, y con la finalidad de reconocer y garantizarles una vida de calidad en sus necesidades, derechos y oportunidades les propongo profundizar al respecto.

A veces te hacen preguntas como las siguientes: ¿las personas con discapacidad tienen sexualidad?, ¿no son como ángeles?, ¿no son asexuados?, ¿son hipersexuados?, ¿tienen una sexualidad dormida?, ¿o son incontrolables?, ¿carecen de deseos y necesidades?, ¿pueden formar pareja, casarse o procrear?, y muchas otras más.
Muchas de estas preguntas que se suelen formular, son producto de los miedos colocados en los vínculos y expectativas, respecto de las personas con discapacidad. También el nuevo Directorio para la catequesis nos plantea: “la discapacidad, puede ser incómoda ya que pone de relieve la dificultad para aceptar la diversidad; también puede despertar miedo, sobre todo si es de carácter permanente, porque hace referencia a la situación radical de fragilidad de cada persona” (D.C.270)
Partamos de la definición de sexualidad que nos plantea la OMS:
“El término ‘sexualidad’ se refiere a una dimensión fundamental del hecho del hecho de ser humanos: basada en el sexo, incluye al género, las identidades de sexo y género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva y el amor, y la reproducción. Se experimenta o se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales. Si bien la sexualidad puede abarcar todos estos aspectos, no es necesario que se experimenten ni se expresen todos. Sin embargo, en resumen, la sexualidad se experiencia y se expresa en todo lo que somos, sentimos, pensamos y hacemos” (OPS/OMS/WAS, 2000)
Como se puede apreciar la sexualidad es algo fundante que nos permite ser, reconocernos, y descubrirnos como seres humanos. Se diferencia de la genitalidad. Somos seres sexuados desde el mismo momento del nacimiento.
Los mitos y los tabúes han impactado negativamente sobre la sexualidad de las personas con discapacidad. Muchas veces, se le silencia, e invisibiliza, generando pánico y se tiende a pensar como peligrosa e innecesaria la educación sexual.
En la actualidad se habla con mayor naturalidad de la sexualidad en las personas con discapacidad. Es posible reconocer personas con deseos, sueños propios, fantasías, seres sexuados. La realidad es igual para todos. Las personas con discapacidad no tienen un mundo diferente. Las caricias y besos son las mismas para todos. Su sexualidad no es mejor ni peor que la de los demás. Es la suya propia y se expresa en su forma de vivirla y experimentarla. Repetidamente las dificultades provienen de la resistencia de los padres al enfrentarse con la sexualidad de sus hijos. Si se les excluye de su propio goce, se les discrimina; y si excluimos en cuanto al goce sexual estamos excluyendo también, en el goce de poder ser.
Es necesario cambiar la mirada. Una persona con discapacidad es un sujeto de derechos, por tanto, tienen derecho a acceder a la información, a expresar su sexualidad, a recibir educación sexual, a formar pareja, a tener intimidad y privacidad, a tener vida sexual, a ser vistos como sujetos deseados-deseables capaces de besar, acariciar, sentir y amar, a decidir sobre su propia sexualidad.
Resulta importante que cada persona con discapacidad pueda decidir qué quiere hacer, con quién quiere estar, cuándo, cómo, dónde… escribiendo su propia ‘biografía sexual’ con sus intereses, necesidades, deseos, fantasías, como personas sexuadas y eligiendo de qué manera expresar esa sexualidad, que no es sinónimo de sexo o genitalidad. Sexualidad es mucho más que un pene erecto o una vagina lubricada. Eso no es garantía. No es sólo un encuentro de genitales. Es también encontrarse, tener contacto y conocimiento del propio cuerpo y del cuerpo del otro, es acariciarse, expresar afecto, sentir placer, erotizarse, empatizar con el otro…
La sexualidad es un hecho que nos iguala. Todos somos sexuados, sexuales, eróticos y todos atravesamos los procesos de sexuación.
En este sentido, es necesario derribar algunas concepciones erróneas sobre las personas con discapacidad, que operan como mitos y como barreras actitudinales, que no ayudan a generar cambios.
Se afirma: ‘la sexualidad de las personas con discapacidad es especial’. Aclaremos que la misma no tiene mayores particularidades que las de cualquier otra persona.
Se dice: ‘las personas con discapacidad no tienen sexualidad. Son asexuadas y no les interesa. Son niños eternos… Es un niño en un cuerpo de adulto’. Nada más erróneo o falso!.No perdamos de vista que, tienen intereses, ilusiones, deseos, necesidad de vínculos afectivos, capacidad de enamorarse, capacidad y necesidad de sentirse atraídos y de ser atractivos para otras personas. Su cuerpo tiene capacidad de sentir y de excitarse como el de cualquier persona.
Se cree que ‘sus dificultades les impiden tener relaciones sexuales normales’. Es importante puntualizar que el nivel intelectual o la limitación física u orgánica no determina la capacidad de amar, expresar cariño, compartir sensaciones corporales, enamorar, seducir o respetar a la pareja. Lo que les impide tener relaciones saludables es la sobreprotección. Estar siempre pendientes y querer protegerlos tanto, les impide que desarrollen su intimidad, por lo que muchas de sus conductas se producen en el único ámbito existente: el público. Entonces, parecería ser que es el mismo entorno el que provoca la aparición de estas conductas desajustadas.
Se sostiene que ‘las personas con discapacidad no tienen atractivo y no pueden producir placer’. Quizás, como otras personas no encajan en los modelos de belleza/perfección impuestos por la sociedad, lo que no significa que no resulten atractivas. Hay un olvido y desconocimiento del gran valor que tiene la persona, sus sentimientos, valores y personalidad, más allá de lo estético.
Se afirma: ‘las personas con discapacidad no pueden tener pareja’. Habría que señalar que, la sobreprotección hace que se les prive de la propia vida, dirigiendo la mirada a sus limitaciones. Es necesario focalizar la misma hacia sus capacidades y posibilidades favoreciendo espacios, tiempos y formas para expresarse, encontrarse y poder vivir su sexualidad. (Las parejas pueden formarse entre dos personas con discapacidad física, intelectual u orgánica o también con uno de los integrantes sin discapacidad. Estas últimas, son las llamadas “parejas mixtas”).
Se sostiene que: ‘pueden transmitir genéticamente la discapacidad’. En realidad, el origen de la discapacidad, sea cual fuere, no es necesariamente genético. Además, esta concepción supone reducir la sexualidad a la reproducción; y lo cierto es que, sexualidad-reproducción no tienen por qué estar ligadas. La sexualidad es un valor en sí mismo y no “es” sólo en función de la reproducción.
Se cree que: ‘las personas con discapacidad tienen una sexualidad incontrolable, perversa, impulsiva, promiscua, llena de peligros’. Habría que preguntarse, si esto no es consecuencia de que no suelen recibir educación afectivo-sexual para distinguir, a lo largo de las diferentes etapas del desarrollo, cuáles son muestras de atención apropiadas e inapropiadas y cuáles son expresiones afectivas o prácticas sexuales que se pueden hacer en público y cuáles corresponden al ámbito privado e íntimo. Es necesario que, el entorno les garantice una intimidad necesaria.
Se sostiene que: ‘La única forma correcta y placentera de obtener placer sexual es mediante el coito’. En las personas con discapacidad, al igual que en las personas sin discapacidad, además de conductas como el coito y la masturbación aparecen otras manifestaciones de la sexualidad como fantasías, enamoramiento, deseo de atraer y ser atraído. Manifestaciones necesarias para el desarrollo emocional de la persona, ya que generan satisfacción y bienestar.
Se afirma con un signo de alerta que: ‘la educación afectivo-sexual incita e incrementa las conductas sexuales’. En realidad, se trata de un derecho negado. La falta de oportunidades para aprender a relacionarse afectivamente, aumenta la posibilidad de embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual, conflictos entre los deseos de la persona y las normas sociales y los hace más vulnerables a padecer abusos o agresiones sexuales.
Se cree que: ‘no tienen capacidad para captar el abuso del que pueden ser objeto’. Se plantea como fantasía una visión de las personas con discapacidad como personas pasivas, que se dejan hacer, pero no que buscan, hacen o deciden. Si bien son particularmente vulnerables al abuso sexual, esto no es debido al ‘infantilismo’ o ‘falta de interés sexual’, sino a factores relacionados con la estrecha dependencia y sumisión a terceras personas y a la falta de educación afectivo-sexual. Las personas con discapacidad pueden evitar relaciones sexuales no deseadas, como también pueden tener relaciones sexuales consentidas, deseadas y satisfactorias.
Se da por supuesto que: ‘todas las personas con discapacidad son heterosexuales’. Algo erróneo; ya que hay un abanico de posibilidades sexuales, diferencias y singularidades que dan lugar a diferentes prácticas, comportamientos, orientaciones e identidades sexuales, como para cualquier persona. Así pues, las personas con discapacidad pueden ser también homosexuales o bisexuales. Pero en muchas ocasiones, no se les permite pertenecer ni siquiera a “la norma”, “a lo esperado”, a la heterosexualidad por lo tanto mucho menos podrán salir de un armario si es que no conocen esa opción. La Educación Afectivo-Sexual tendrá que contemplar también, que cada persona pueda descubrir su identidad de género y su orientación sexual.
Por último, se afirma falsamente que: ‘las personas con discapacidad no necesitan Educación Afectivo-Sexual’. Cuando en realidad todas las personas somos iguales y necesitamos Educación Afectivo-Sexual. La misma, no comienza ‘algún día’, sino que está presente durante todo nuestro ciclo vital. Todas las personas somos sexuadas, con derechos, capacidades y potencialidades. Es primordial creer y confiar en las personas con discapacidad, para promover gradualmente su autonomía al máximo posible.
Aliento a educadores, y docentes a permitirse una mirada distinta de estas personas, que tienen igual dignidad y derechos que las personas sin discapacidad. Como dice el mismo Papa: “las personas con discapacidad son una oportunidad de crecimiento para la comunidad eclesial, que con su presencia se ve invitada a superar los prejuicios culturales” (D.C. No 270). Y a no desfallecer en el compromiso por lograr la inclusión en los temarios, acciones y esfuerzos educativos que realizan, posibilitando un cambio de actitud que permita un mundo más inclusivo, también en esta temática.
Agustin Bergeret
Referencias bibliográficas
ASDRA. “La sexualidad en las personas con discapacidad”. (2022) Argentina. Disponible en: https://www.asdra.org.ar/destacados/la-sexualidad-en-las-personas-con- discapacidad/
Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (2006), en la Guía de recomendaciones generales sobre la Promoción de la Salud Sexual y Reproductiva (SSR) de las Personas con Discapacidad publicada por la Organización Mundial de la Salud (2009) y en la Declaración Universal de los Derechos Sexuales aprobada por la Asamblea General de la Asociación Mundial de Sexología (1999).
Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Roma. (2016)
López Sánchez, Félix. “Educación Sexual y Discapacidad”. III Congreso “La Atención a la Diversidad en el Sistema Educativo”. Instituto Universitario de Integración en la Comunidad (INICO) Universidad de Salamanca.
MSP. Recomendaciones para el abordaje de la salud sexual y salud reproductiva en personas con discapacidad. (2020). Uruguay.
OPS/OMS/WAS, (2000). Promoción de la Salud Sexual. Recomendaciones para la acción, Guatemala.
Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, (2020). “Directorio para la Catequesis”. Librerìa Editrice Vaticana. (DC)
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