Año 2022, 30 de setiembre. Foro N° 15.
En la actualidad, en la mayoría de los ámbitos donde se realiza educación sexual se hace referencia a la palabra ‘género’, como una realidad sin la cual no es posible realizar una educación sexual, verdaderamente liberadora y en un marco de derechos.
Esto ha traído consigo muchas confusiones y cuestionamientos en relación a su significado y el verdadero alcance de la palabra. Existen grupos de personas y colectivos que la han absolutizado, hasta convertirla en casi una cosmovisión del ser humano. Otros se han dedicado a cuestionarla, y la han concebido como un invento ideológico que se le ha tratado de imponer a la humanidad en estas últimas décadas.

Los cristianos que componen la Iglesia Católica no han estado ajenos a esta tensión, y en muchos casos han tomado posición, sin permitir una suficiente mirada crítica, que asuma los aspectos positivos de aquello que se cuestiona de forma fundamentalista.
En medio de esta realidad, surgen varios desafíos a los que nos enfrenta el pensamiento cristiano: ¿cómo interpretar este fenómeno humano sin traicionar el evangelio? ¿hablar y trabajar con una mirada de género es antagónico al anuncio del Reino de Dios, propuesto por Jesús? ¿de qué estamos hablando, a qué nos referimos? ¿acaso Jesús, cuando reivindica el valor de la mujer en la sociedad machista que vivió, no realizó una lectura de género? ¿no será que algo de lo que refiere esta realidad tiene que ver con la dignidad y la equidad de los seres humanos?
En las instituciones educativas del área católica ha ocasionado muchos desconciertos y desaciertos pues, uno puede encontrar dentro de las mismas, educadores con discursos bien diferentes entre si. Muchos no saben que decir u opinar, no logran elementos suficientes como para generar un discernimiento personal sobre la temática.
Para adentrarse en esta temática es importante poder distinguir la palabra ‘género’, de ‘perspectiva de género’, de ‘brechas de género’, de ‘inequidades de género’ y a su vez de ‘ideologías de género’.
Hoy en día existen una diversidad de definiciones de ‘género’, las cuales responden a las distintas filiaciones teóricas, así como al tiempo en las cuales fueron construidas. Cada una de ellas pueden ser entendida como distintos modos de recortar, construir e interpretar las relaciones sociales entre varón – mujer.
‘Género’ refiere al conjunto de símbolos, actitudes, valores, rasgos de personalidad, atributos, responsabilidades y oportunidades que, a través de un proceso de construcción social, diferencian y relacionan a los sexos en dos categorías: lo masculino y lo femenino; estas relaciones entre sexos son afectadas por relaciones desiguales de poder, que se expresan en el acceso inequitativo a oportunidades, según el sexo que se posea.
‘Género’ y ‘sexo’ no son sinónimos. Es muy común la confusión entre estos dos conceptos. Es fácil caer también en el error, de pensar que hablar de ‘género’ o de ‘perspectiva de género’, es referirse a las mujeres o a la perspectiva del sexo femenino.
‘Sexo’ refiere al conjunto de caracteres anátomo-fisiológicos determinados genética y hormonalmente, que distinguen a las hembras y los machos de una especie. A partir de estas diferencias, las sociedades elaboran y asignan un conjunto de caracteres a las hembras y machos humanos convirtiéndoles en ‘mujeres’ y ‘varones’. Es a estos caracteres construidos socio-culturalmente a lo que nos referimos, cuando hablamos de ‘género’.
Una regla útil es tratar de hablar de los hombres y las mujeres como ‘sexo’ y dejar el término ‘género’ para referirse al conjunto de ideas, prescripciones y valoraciones sociales sobre lo masculino y lo femenino. Los dos conceptos son necesarios: no se puede ni debe sustituir ‘sexo’ por ‘género’. Son cuestiones distintas y complementarias. El ‘sexo’ se refiere a lo biológico, el ‘género’ a lo construido socialmente, a lo simbólico.
Las ‘brechas de género’ son disparidades que existen entre varones y mujeres en cuanto a sus posibilidades de participar, de crecer, de acceder a recursos, derechos, obligaciones, recompensas, espacios de poder, etc. Pueden ser analizadas como las consecuencias concretas de discriminaciones tanto directas como indirectas. La búsqueda de la igualdad de género implica la adopción de una convención o pacto social, según la cual varones y mujeres son diferentes, pero equivalentes. La noción de ‘equidad de género’ está fuertemente vinculada a la idea de justicia, puesto que busca reparar los desbalances existentes entre varones y mujeres equiparándolos en el ejercicio efectivo de sus derechos. En este sentido, la noción de ‘equidad de género’ no implica renegar de las diferencias intrínsecas entre varones y mujeres, sino la permanente intención de que estas diferencias no se traduzcan en desigualdades de poder, de oportunidades, de derechos; es decir, en desventajas de unos sobre otros.
Por otra parte, incluir en el análisis la ‘perspectiva de género’ significa tener en cuenta el lugar y el significado que las sociedades dan al varón y a la mujer en su carácter de seres masculinos o femeninos. Este significado varía de cultura en cultura y de época en época.
La ‘perspectiva de género’ implica reconocer que una cosa es la diferencia sexual y otra cosa son las atribuciones, ideas, representaciones y prescripciones sociales que se construyen tomando como referencia a esa diferencia sexual. Desde esta construcción importa eliminar todo trato discriminatorio hacia todo grupo. Este proceso es complejo e implica un cambio cultural que requiere movimientos en diferentes niveles, que deben ser promovidos y sostenidos por las políticas públicas.
Es importante señalar que ‘el género’ afecta tanto a hombres como a mujeres, que la definición de feminidad se hace en contraste con la de masculinidad, por lo que ‘género’ se refiere a aquellas áreas tanto estructurales como actitudinales que comprenden relaciones entre los sexos.
Nos apoyaremos para el análisis, en el esquema ya conocido y utilizado en temas anteriormente propuestos.
Desde las concepciones de Salud vigentes.
En la actualidad, las ciencias de la salud han incorporado en todo el mundo, la categoría ‘género’, como un eje fundamental, para poder interpretar, abordar y prevenir mejor los fenómenos de violencia de género y abuso sexual. Constituye un serio problema de la salud pública de los países.

En este sentido las políticas y acciones de salud, al incorporar esta dimensión comienzan a poder explicar y abordar también fenómenos como por ejemplo ¿por qué la mayoría de los varones mueren antes que las mujeres? ¿qué aspectos conductuales y actitudinales son necesarios que se modifiquen preventivamente para que desemboquen en condiciones de vida más saludables, no solo para las mujeres, sino para las familias y la sociedad entera? Y otros tantos fenómenos más.
Desde las concepciones de derechos.
No podemos desconocer que, desde la Asociación Mundial de Sexología, conjuntamente con la OMS se ha postulado el derecho a la equidad sexual como uno de los derechos sexuales del ser humano, que permite asegurar el desarrollo de una sexualidad saludable. Este derecho refiere a la oposición a todas las formas de discriminación independientemente del sexo, género, orientación sexual, edad, raza, clase social, religión o limitación física o emocional. (WAS, OPS/OMS., 2009).

El derecho a información basada en el conocimiento científico, implica que la información debe ser generada a través de la investigación científica libre y ética, así como el derecho a la difusión apropiada en todos los niveles sociales. No olvidemos que todo ser humano debería tener garantizado el poder acceder a la información sobre estos asuntos.
Desde las concepciones de bioética.
La regla moral de la Veracidad que ofrece la misma nos señala que debemos proporcionar al educando la información de forma veraz, para no hacer más daño del bien que se pretende. Esto significará que se deberá ser cuidadoso de no falsear la información que proveen las ciencias de la salud, intentando estar lo más actualizado posible para acompañar de forma asertiva a los educandos en la tarea de interpretar sus propias vidas, en un contexto de humanización amplio, que les permita entender lo que sienten dentro de sí y lo que sucede en el resto de los seres humanos.

El ‘Principio de Autonomía’ proclama la categoría de sujeto moral de todos los individuos, y por tanto, su derecho a la libertad de conciencia, a la libre expresión de sus opiniones y a la toma de decisiones en un ámbito de diálogo, respeto y privacidad, que favorezca la reflexión y la deliberación, luego de obtener la información veraz y oportuna.
Analicemos el tema desde la concepción cristiana.
La Iglesia no tiene una posición oficial y ha adoptado una actitud de tipo reflexiva y de búsqueda sincera. No obstante, el Papa Francisco en Amoris Laetitia ha dicho al respecto:

“Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente llamada ‘gender’, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia. Esta ideología lleva a proyectos educativos y directrices legislativas que promueven una identidad personal y una intimidad afectiva radicalmente desvinculadas de la diversidad biológica entre hombre y mujer. La identidad humana viene determinada por una opción individualista, que también cambia con el tiempo. Es inquietante que algunas ideologías de este tipo, que pretenden responder a ciertas aspiraciones a veces comprensibles, procuren imponerse como un pensamiento único que determine incluso la educación de los niños. No hay que ignorar que el sexo biológico (sex) y el papel sociocultural del sexo (gender), se puede distinguir, pero no separar. Por otra parte, la revolución biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana, así como la paternidad y la maternidad, se han convertido en realidades componibles y descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las parejas. Una cosa es comprender la fragilidad humana o la complejidad de la vida, y otra cosa es aceptar ideologías que pretenden partir en dos los aspectos inseparables de la realidad". (Amoris Laetitia, 56)
Es mucho más, lo que nos une …
Quisiera una vez más, explicitar aquí, algunas cercanías de pensamiento que unen a la 'educación sexual laica oficial' y 'la educación afectivo sexual católica', al referir a esta temática.
Ambos sistemas coinciden en un reconocimiento hacia la existencia de realidades injustas y no saludables, que generan inequidades entre un sexo y el otro.

Ya nadie duda de que hay relaciones de poder implícitas en las relaciones humanas; y resulta muy positivo colaborar en develarlas y corregirlas. Forma parte de devolver la dignidad humana a aquellos que la han perdido o que nunca se les ha reconocido como lícita.
La Iglesia se halla en la actualidad transitando procesos de revisión sobre todo aquello que supone formas de dominación o abusos de poder implícito (clericalismo, el papel de la mujer, machismo, etc.) El Dios de Jesús, es alguien que ha venido a liberar al ser humano de todas las formas de esclavitud a las que se halla sujeto. ¿Por qué hoy negarnos a revisar el relacionamiento entre los sexos, también desde esta perspectiva?
Algunas especificidades que agrega el pensamiento cristiano
Desde la Encíclica Amoris Laetitia, el Papa Francisco nos pone en alerta contra las ideologías que inciden y esclavizan al ser humano.
Hoy nadie duda que históricamente, Marx con su pensamiento sensibilizó a la humanidad sobre las realidades de pecado y de explotación a nivel social. Dicha reflexión permitió a la humanidad una toma de conciencia al respecto, que ocasionó procesos sociales de cambio en todo el mundo. Otra cosa muy distinta es afirmar que la ideología marxista o capitalista ha sido buena, realidades que la Iglesia en su momento a través de sus documentos, ha cuestionado largamente.
En mi opinión, algo parecido está ocurriendo hoy con la categoría ‘género’ y las ‘ideologías de género’. Quizás, podría ser muy positivo comenzar a desarrollar otra manera de ver y analizar la realidad, integrando este aporte nuevo que las ciencias de la salud y del derecho nos hacen presente a través, no sólo por los movimientos sociales y feministas, sino por un llamado a nuestra conciencia que nos interpela a que revisemos con más profundidad nuestras conductas y acciones.
Algunos aspectos que propongo para la acción …
Presentaré aquí algunos aspectos que considero importantes destacar, para integrar el tema ‘género’ al anuncio evangélico desde un enfoque liberador y respetuoso del ser humano.
En mi opinión es un error pensar esta temática como un tema de causa – efecto, con las llamadas ‘ideologías de género’. Asociarlas entre sí, sólo contribuye a generar mayor incomprensión y discriminación por estas realidades.
Otro aspecto que creo que puede ayudar a reflexionar, es atreverse a releer y a pensar las acciones y la vida de Jesús en clave de ‘género’. ¿No será que, al hacerlo dejándonos sorprender por lo que el espíritu suscite en nuestra interioridad, encontremos que varias de las acciones y actitudes de Jesús van en esta misma línea? Devolver la dignidad a la mujer, que en su tiempo estaba fuertemente excluida en sus derechos …
Se vuelve muy importante comprometerse con la construcción del Reino de Dios, con esa impronta que Jesús mismo nos enseñó, educando al ser humano en la equidad de derechos, también entre los sexos. Esto significa un trabajo personal y comunitario de revisión de las matrices de aprendizaje y nuestras actitudes cotidianas para detectar todo aquello que sostiene o justifica prácticas machistas o inequitativas hacia los demás seres humanos, con quienes estamos llamados a ser copartícipes en la construcción del Reino.
Animo a todos, a ser más auténticos en el proceso de revisión de actitudes, para que permita un cambio radical en el relacionamiento de todos los seres humanos. Renovemos nuestro compromiso por anunciar el Reino de Dios que nos propuso Jesús, luchando por un mundo de mayor justicia y equidad.
Agustín Bergeret
Referencias bibliográficas
Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Roma. (2016).
Lamas, M. (1996). La perspectiva de género. Revista de Educación y Cultura de la sección, 47, 216-229.
De Barbieri, T. (1996). Certezas y malos entendidos sobre la categoría de género. Guzmán, Laura y Pacheco, Gilda. Estudios Básicos de Derechos Humanos IV. IIDH. Costa Rica.
Scott, J. W. (2015). El género: una categoría útil para el análisis histórico. El género: una categoría útil para el análisis histórico, 251-290.
Torres, L. L. (2017). Interiorización de los estereotipos de género en la sociedad argentina y el ideal de belleza en los mensajes publicitarios. Estudio transversal en 4 rangos de edad que abarca de los 18 a los 49 años.
Hardy, E., & Jiménez, A. L. (2001). Masculinidad y género. Revista cubana de salud pública, 27(2), 77-88.
WAS, OPS/OMS. (2009). Salud sexual para el milenio. Declaración y documento técnico. Washington D.C.
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Somos iguales en tanto somos seres humanos. Tenemos funciones diferentes y complementarias. Ellas son hebras y condicionadas. Los hombres son machos también condicionados. Esto no debería molestarnos. El problema es la injusticia, que se genera cuando no se respeta la identidad del otro. Ya vemos a algunas mujeres que son Boceadoras o les gusta la Lucha libre. Tienen derecho pero... cualquier oficio lo pueden ejercer sin problemas. Otra cosa es que pretendan imitar los vicios egoísmo y groserías de los hombres. Los hombres tienen actualmente más pudor público que las mujeres. Y ellas, desconocen que el hombre en lo sexual tiene una tendencia a atrapar a la mujer para tener sexo.