Año 2022. julio, 22. Foro N° 10.
La cotidianeidad de hoy suele dar cuenta de las dificultades que tienen los seres humanos para integrar adecuadamente el mundo de sus sentimientos, como fuente de conocimiento sobre si mismos, expresión de la comunicación interpersonal y fuente de discernimiento de las situaciones vinculares y sociales, en las que están inmersos.
Al respecto nos dice el Papa Francisco: “Deseos, sentimientos, emociones, eso que los clásicos llamaban 'pasiones', tienen un lugar importante en la vida de los seres humanos. Se producen cuando ‘otro’ se hace presente y toma contacto con la propia vida. Es propio de todo ser viviente sentir y emocionarse. Y los mismos, se manifiestan siempre mediante señales afectivas básicas: el placer o el dolor, la alegría o la pena, la ternura o el temor, ... Son el presupuesto de la actividad psicológica más elemental. El ser humano es un viviente de esta tierra, y todo lo que hace y busca está cargado de pasiones". (A.L. 143)

En nuestras relaciones con los demás podemos hacer un gran esfuerzo en tratar de prescindir de nuestros sentimientos, o en no prestar atención a los de los demás. Sin embargo, seguimos experimentando continuamente distintos sentimientos, porque forman parte de la dimensión psicológica de los seres humanos. Algunos sentimientos los manifestamos más fácilmente. Otros, son más difíciles de aceptar o manifestar; por ejemplo, nos cuesta mucho más aceptar que sentimos envidia, bronca u odio.
En este sentido, continúa Francisco “Experimentar una emoción no es algo moralmente bueno ni malo en sí mismo. Comenzar a sentir 'deseo' o 'rechazo' no es pecaminoso, ni reprochable. Lo que es bueno o malo, es el acto que uno realice movido o acompañado por una pasión”. (AL 145)
Por otra parte, a veces consideramos el amor como un sentimiento más; sin darnos cuenta que, es mucho más que un sentimiento. Esto nos lleva a tomar decisiones y actuar desde dicha confusión. Al respecto, nos ha enseñado el Papa Benedicto XVI en la encíclica Dios es Amor: “el amor no es solamente un sentimiento. Los sentimientos van y vienen. Pueden ser una maravillosa chispa inicial, pero no son la totalidad del amor”. (Encíclica Dios es amor, N°17)
Y luego, el Papa Francisco explica: “El amor que nos prometemos supera toda emoción, sentimiento o estado de ánimo, aunque pueda incluirlos. Es un querer más hondo, con una decisión del corazón que involucra toda la existencia. Así, en medio de un conflicto no resuelto, y aunque muchos sentimientos confusos den vueltas por el corazón, se mantiene viva cada día, la decisión de amar, de pertenecerse, de compartir la vida entera y de permanecer amando y perdonando”. (AL 163)
La época histórica y cultural que transitamos ha agudizado esta situación, debido a que está caracterizada por una gran espontaneidad en las modalidades vinculares, que impregna todos los ambientes y vínculos entre las personas, en la expresión de sus sentimientos y la vivencia de la afectividad. Esto se suma a lo que el sociólogo y filósofo Zymunt Bauman describe sobre el momento cultural actual: “privilegia la inmediatez y la impaciencia, el use y tira, una baja tolerancia a la frustración, una inestabilidad en los deseos y la insaciabilidad de las necesidades en un corto plazo, se ha acelerado una pérdida en los límites entre lo público y lo privado”. (Bauman, 2007 y 2008).
Como consecuencia de no haber tenido una educación adecuada hacia el mundo de los sentimientos, en algunas circunstancias se generan conflictos interpersonales innecesarios, que nos llevan a unir la baja tolerancia a la frustración o la inestabilidad de los deseos, con una interpretación errónea de los sentimientos que nos habitan.
Toda esta realidad despierta en el corazón humano, varias preguntas: ¿Cómo entender y acompañar a otros, para que el mundo de los sentimientos pueda ser integrado adecuadamente, en el mundo de las decisiones? ¿Para qué sirven los sentimientos si carecen de lógica racional, y se convierten a menudo en una de las principales dificultades en las relaciones interpersonales? ¿Cómo anunciar el Evangelio, integrando esta dimensión del ser humano, sin reducirlo solamente a una vivencia sentimental de la vida y de la fe?
Aclaremos algunas certezas: ‘Es natural tener sentimientos. Ellos son la principal fuente de conocimiento sobre uno y sobre el mundo que nos rodea’. Sin esa información no podemos entendernos a nosotros mismos, ni comunicarnos de verdad, con los demás.
La cultura occidental ha favorecido que el ser humano evite centrarse sobre lo que se siente, procurando alejarlo de la subjetividad; de esta forma, hemos aprendido a ignorar algunos sentimientos, o si los mismos son considerados negativos o dolorosos, a fijar la atención en otra cosa, como forma errónea de protección y sobrevivencia psicológica.
Sin embargo, es necesario recordar que ‘los sentimientos hay que dejarlos en el campo de la atención para darse cuenta de ¿qué es lo que hay de bueno o malo en la situación que los provoca?, ¿qué es lo que expresan de nosotros?’. De esta forma, a través de ellos podremos aclararnos sobre aquellas situaciones que alimentan preguntas que nos inquietan y que no encontramos fáciles respuestas. Por ejemplo: ¿realmente mi pareja me ama? ¿por qué me siento inseguro, celoso, angustiado, sola o triste? ¿Es realmente amor lo que siento? ¿Por qué no encuentro paz en mi familia? ¿qué situaciones alimentan mi inseguridad? Y otras tantas más que podríamos formular.
Es muy importante trascender nuestros temores y permitir que sentimientos como son: la soledad, la alegría, la tristeza, el amor, la envidia, la angustia, o la ansiedad, puedan estar en el centro de nuestra atención; solamente de esa manera se logra descifrar su contenido, tomar conciencia ¿qué o quién me los provoca? y ¿por qué?
‘Los sentimientos siempre son una señal sobre nosotros. Si son negativos, indican que algo anda mal en mí, y debo descubrir qué es’. Posiblemente pueden ser señal de inseguridad ante otra persona o situación, porque abre nuestras propias heridas, o porque despierta situaciones de uno, no resueltas.
Si son positivos, funcionan como señal de seguridad frente a la persona o situación que me los provoca. Muy probablemente estén indicando que junto a esas personas, grupos o ambientes podemos expresarnos y existir con libertad, no hay necesidad de cerrarnos, evadirnos o vivir a la defensiva. Nos permitirá ganar seguridad en las decisiones que tengamos que tomar.
Por último, resulta primordial no perder de vista nunca que, el sentimiento está en nosotros y sólo en nosotros; como consecuencia nunca nos debemos confundir y llevar a juzgar a los demás por algo que sentimos dentro nuestro'. Por ejemplo, ‘siento inseguridad frente a mi pareja, cuando realiza determinada acción’. Esto no significa que, necesariamente el otro me esté engañando, o que el otro es mala persona, o que está equivocado, o me quiere menos. Sólo indica, que cada vez que el otro realiza esa acción, despierta en mí, el sentimiento de ‘inseguridad’. Tendremos que preguntarnos ¿por qué ocurre así? ¿Y para qué nos sirve saber eso? Es posible que esa situación abra heridas antiguas de uno, o situaciones no resueltas que deberemos trabajar mediante terapia. Lo asertivo sería expresarle a la persona, que despierta en nosotros esos sentimientos; ‘cada vez que tú realizas tal o cual acción, se despierta en mí, mucha inseguridad’. De esta forma evitamos agredirlo o acusarlo, sino que simplemente le estamos informando de aquello, que no llega a percibir a simple vista, para que nos ayude si fuera posible. Generalmente no solemos expresarlo así, sino que defensiva y erróneamente le asignamos intencionalidad al otro y lo acusamos y agredimos. Por ejemplo, le decimos: ‘no me querés lo suficiente’, ‘lo hacés a propósito para molestarme’, etc.
Finalmente, me gustaría terminar este artículo, animando a revisar nuestro mundo interior, centrándonos en aquellos sentimientos más frecuentes que nos habitan y dejándolos en el campo de nuestra atención, hacer el ejercicio de preguntarnos ¿Cómo me siento en este momento de mi vida? ¿Qué sentimientos me provoca esa pregunta? ¿Qué información acerca de mi me está proporcionando? Y si me animo, les invito a escribir a partir de dichas preguntas, todo aquello que viene rápidamente a nuestra conciencia. ¡Quizás lo que salga a la luz, pueda sorprendernos!
Agustín Bergeret
Referencias bibliográficas
Bauman, Zygmunt. (2007). Vida de Consumo. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Encíclica “Deus Caritas Est” (2006). Roma.
Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Roma. (2016)
Oficio Catequístico Arquidiocesano. Recursos didácticos sobre Educación para el Amor. Uruguay
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PARA LA REFLEXIÓN Y COMENTARIOS
- ¿Qué preguntas, comentarios o sentimientos te surgen a partir de la propuesta planteada?
- ¿Cómo afecta el mundo de los sentimientos, la vivencia de nuestra sexualidad?
Vamos completando la reflexión entre todos
TU OPINIÓN ES IMPORTANTE en esta reflexión no cerrada … Te sugiero dejar un comentario sobre el artículo donde aparece el símbolo correspondiente, para seguir pensando juntos el tema….
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Hoy, un gran profesor con quien tuve el honor de cursar algunas materias, y por quien guardo un muy lindo recuerdo, me escribe el siguiente comentario respecto a este artículo: “Felicitaciones, amigo; adelante! Pero tengo una dudita; estoy dubitativo. (Esto ¿es o incluye un sentimiento?) ... ¿Qué entendés por "acto" ... porque también "sentir" por dentro es un acto, gramaticalmente.
Jesús no esperó a que llegáramos al acto cuando dijo: "Si miras a una mujer ajena deseándola ya pecaste con ella". No será sólo por mirarla. Por otra parte, mirar no es malo ni bueno en sí mismo, aunque es un acto biológico. Depende de la picardía o apetito pornográfico.
Santo Tomás de Aquino a quien remite el Papa (AL 145) se servía de una antropología medioeval. A mí me parece que debiera enseñarse que el surgir, nacer o aparecerse de los sentimientos, emociones y estados de ánimo pueden no tener moralidad hasta que yo los acepto-rechazo, promuevo, busco, alimento, sostengo, decido, controlo o dejo de controlarlos (directa o indirectamente).
Otras veces yo los hago nacer o los aborto, no siempre o casi nunca según la disciplina, educación, dominio de sí o libertad, nobles ideales, costumbre, ayuda de Dios, etc. Bienaventurados los limpios de corazón. Te agradecería clarificaciones”.
Estimado amigo, en primer lugar, gracias por tu comentario, pues de eso se trata el foro. La idea es que los temas aquí, no queden cerrados, sino que, nos hagan seguir profundizando y nos ayuden a tomar postura sobre cada tema. Es por eso que he traslado tu comentario aquí, para socializarlo con todos los que han leído el artículo.
Desde todos los aportes de la psicología, es importante no perder de vista que: ‘sentir’, ‘desear’ y ‘emocionarse’ constituyen reacciones propias del ser humano, muchas veces motivadas por razones o situaciones inconscientes, pero sobre las que no tenemos poder de decisión. Esto significa que, no son actos voluntarios o libres en el sentido más estricto. ‘Nadie decide sentir, desear o emocionarse con esto o aquello’. Otra cosa distinta, es ¿qué hago a partir de lo que siento o deseo?
“Acto” se define en el diccionario como “Acción u obra que realiza una persona”. Que puede ser más o menos consciente, pero que, por el hecho de pertenecer al campo de nuestras decisiones, se encuentra sujeta al campo de la moralidad, por la responsabilidad que tenemos sobre la misma.
En la historia de la filosofía, 'desear' se le considera tradicionalmente como el exponente de la parte irracional del hombre, o de sus tendencias irracionales, sobre la que ha de dominar siempre la racionalidad, o también como la expresión de la inquietud permanente del alma humana.
Desde el psicoanálisis los primeros deseos, los infantiles son indestructibles, los seguimos teniendo toda la vida y pujan por hacerse reconocer y por realizarse durante toda la vida. Hablamos de deseos inconscientes. Son deseos que harán que el ser humano a veces tome caminos y decisiones que lo alejen de su deseo consciente sin darse cuenta.
Frente a la frase que mencionas de Jesús, habría que investigar con alguien más entendido en la materia, ¿así como la has formulado, si es una buena traducción del idioma original? y más allá de lo literal, ¿qué quiso decir realmente Jesús en ese contexto?
Cuando Jesús dijo: "Si miras a una mujer ajena deseándola ya pecaste con ella", no puede referirse nunca a aquello sobre lo que no tenemos control, pues todos estaríamos siempre en permanente pecado; sino que refiere a aquello sobre lo que si tenemos libertad de decidir. Cuando se afirma en esa frase “deseándola”, quizás Jesús se refiere a “desearla para ti”. Esto supone realizar actos para seducirla, para robarla, para generar ocasiones, etc.
Acá toma sentido lo que tu expresas cuando dices: “yo los acepto o rechazo, promuevo, busco, alimento, sostengo, decido, controlo o dejo de controlarlos, etc.”. Dependerá que se hable de pecado o no de la intencionalidad de lo que decida hacer con la emoción que se despierta en mi, o lo que siento, o lo que deseo.
Necesito hacer totalmente consciente esa emoción, ese deseo o ese sentimiento y ponerle nombre concreto para entender lo que me pasa; y así poder decidir con verdadera libertad.