Año 2023, julio, 15. Foro N° 9.
La película que les propongo es una coproducción entre Argentina, Francia y España llamada “XXY”. Dirigida y guiñada por Lucía Puenzo. A partir de la historia de Sergio Bizzio. Música: Andrés Goldstein y Daniel Tarrab. Fotografía: Natasha Braier. Reparto: Inés Efrón, Ricardo Darín, Valeria Bertuccelli, Martín Piroyansky, Germán Palacios, Carolina Peleritti, Guillermo Angelelli, César Troncoso, Ailin Salas, Lucas Escariz. Su estreno data del año 2007.

Ganó varios premios: Festival de Cannes: Gran Premio. Grand Golden Rail; Festival de Valladolid: Nominada a la Espiga de Oro; Premios Goya: Mejor película extranjera de habla hispana; Premios Sur: 6 premios y ópera con 13 nominaciones; Premios Ariel: Mejor película latinoamericana.
Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=LfFtc7wndyQ&t=4s&ab_channel=ViendoMoviesChannel
Trama propuesta
Esta película trata de una adolescente intersexual Alex que nace en Buenos Aires, con una situación en su sexualidad no frecuente. Sus padres liberales y de forma particular su padre, de profesión biólogo marino que trabajaba en la costa uruguaya, decidieron no operarla nada más nació y llevársela a vivir a una zona semi despoblada de Uruguay a orillas del mar, para que ella misma decidiera lo que quisiera ser, cuando fuera mayor.
Pretendieron alejarla de una sociedad caracterizada por una discriminación hacia lo diferente y llena de prejuicios, para que la hija creciera libre, protegida y feliz. Se trata de una adolescente, al parecer, con desarrollo de genitales masculinos externos y un nivel de testosterona que iba elevarse a partir de la pubertad, con órganos sexuales femeninos internos, de allí que desarrolle también características sexuales secundarias femeninas y su cuerpo se parezca más a la de una mujer, sobretodo al tomar corticoides que bajan su nivel de testosterona. Esta película no pretendió presentar un cuadro clínico concreto o preciso. Ya en una entrevista a la directora, Lucía Puenzo, aclaró - para aliviar las críticas médicas que le pedían rigor, aun siendo ficción - que decidió no centrarse en un cuadro clínico concreto y que el título, XXY, no hacía referencia a una alteración cromosómica determinada.
El tema es la intersexualidad dentro de un caso ficticio, pero en el que las personas con esta realidad pudieran sentirse identificadas. Algo que sería evidente desde el nacimiento, y se recomendaría a los padres operar al bebé inmediatamente, para que no se enterara de nada de esto y no porque fuera una necesidad médica. Es por esto que los padres la definen como chica antes de que la propia Álex pudiera hacerlo, porque esa sería la elección médica por el sexo que estaba más desarrollado en el bebé y ellos son biólogos, por lo que estarían más inclinados a esa opción, aunque no hayan tomado la decisión cuando nació y esperen a que la adolescente lo haga.
Esta forma intervención ha sido durante años la más practicada con los nacimientos intersexuales, en los que ya se podía detectar una indiferenciación sexual o un sexo más desarrollado que otro. Actualmente se realizan con algo menos de frecuencia. En lugar de extirparle uno de los dos genitales al nacer, sus padres prefirieron dejarla crecer en libertad y que al llegar a la pubertad ella elija. Con esa decisión, esperaban que la chica pueda decidir sobre su sexo sin condicionantes externos. Tendrá que afrontar el dilema de operarse para ser una verdadera mujer -para que le eliminen el pene- o bien no hacer nada, ni tomar nada, y dejar que la naturaleza siga su curso, y virilizarse completamente.
En la película la crisis se plantea cuando llegan de visita a su casa unos amigos con su hijo de 16 años, momento en que salen a la luz todos los problemas de identidad sexual que estaban dormidos.
Sin embargo, pese a las buenas intenciones, pese a la libertad, pese a ese derecho a no decidir...todavía, el entorno presiona señalando a Álex como a un monstruo, más que como a un ser sexual con derecho a serlo, y esa presión se revela en todos los que rodean a la chica-chico, en su familia, y en ella misma. Y es que en esta historia importa no sólo la indefinición del sexo de la protagonista, sino lo que esta indefinición, o esta androginia, provoca en los demás, y que puede ser miedo, rechazo, amor o atracción morbosa.
"XXY" narra la vida de una joven que se encuentra en la encrucijada de averiguar realmente quien es. Pero, ¿realmente ese aislamiento le beneficia? ¿Es tan cruel la sociedad para no aceptar a esta joven? ¿O realmente es mayor el propio miedo de los padres por mostrar la verdadera identidad de su hija?
Algunas reflexiones que se suscitan a partir del argumento
Este filme subraya interrogantes y desnuda prejuicios a flor de piel, provocando sentimientos cruzados. Básicamente es un relato sobre la iniciación adolescente, el descubrimiento del cuerpo, la exploración caótica de la sexualidad y fundamentalmente, la búsqueda de la propia identidad.
En pleno siglo XXI las personas con alguna diferencia sea cual fuere siguen siendo agredidas y discriminadas por algo fuera de control, donde la naturaleza asigna y el ser humano “corrige” sin permitir el poder de elección de quien vive esa alteración en cromosomas. “XXY” es la exposición de las vivencias de una persona que no termina por comprender por qué el aislamiento y el hermetismo de sus padres dentro de la pequeña comunidad con la que tienen contacto o aún más difícil la atracción que siente tanto por un sexo como por el otro. “XXY” es el retrato por el deseo de unos padres porque su hijo/a tuviera la oportunidad de relacionarse sin la menor desconfianza con el mundo hostil e intolerante, que contrasta terriblemente con la familia que los visita, al visualizar un padre apático, insensible y a disgusto por un hijo al que no le da oportunidades ni alicientes en la vida. Un ejercicio que demuestra la inconformidad que algunos tienen de alguna forma, en situaciones o ámbitos de la existencia.
Este drama es el de un ser humano que padece el dolor de navegar entre dos aguas, pisando ambas y ninguna a la vez, el drama de una familia que se enfrenta a una diferencia que la sociedad señala con crueldad, como ocurre con cualquier aspecto que se salga de lo instituido como "normalidad" en los temas de sexualidad.
Parece obvio que nunca se debería denigrar a ningún ser humano por el modo en que la naturaleza lo haya constituido. Los verdaderos defectos no son físicos, son los defectos actitudinales de quienes no aceptan que todos somos hijos del mismo Dios por igual, y que él nos permite a su antojo nacer, siguiendo sus leyes inexorables y misteriosas, y que a veces no entendemos.
Alex es hombre y mujer a un tiempo. Su sexo es indefinido, porque posee los dos. Todos estamos acostumbrados a que se nos clasifique en varón o hembra. Pero, en realidad, ¿la línea divisoria es tan drástica? ¿No tenemos todos algo, aunque sea mínimo, del otro sexo? ¿Quién tiene derecho a determinar hasta qué punto cada persona es (o debe ser) hombre o mujer? Hay muchas personas nacidas con cuerpo masculino que se sienten mujeres. Y personas nacidas con cuerpo femenino que se sienten hombres. Y también hay personas que nacen con ambos sexos. Es un fenómeno poco frecuente, pero existe. ¿Cómo se registra a estas personas en el Registro Civil? Supongo que, cuando nacen, sus padres tienen que decidir si le van a poner nombre de varón o nombre de mujer. ¿Existe una opción para un tercer sexo? Después viene el problema de la educación (¿cómo considerarle niño o niña, cómo vestirle, etc.? ), el problema del entorno, del andar con discreción para que el secreto no se difunda y evitar así que la gente ande señalando y discriminando como si fuesen monstruos. A veces, la sociedad llega a ser muy cruel, y hay individuos que han crecido en la crueldad y se creen con la potestad de condenar al prójimo sin mirarse ellos al espejo.
Por todo ello, Alex se hace mayor rodeada de confusión, de temor y de soledad. Ni siquiera en el lugar apartado en el que viven y que sus padres eligieron para evitarle disgustos, se libera de la cruz con la que tiene que cargar.
A los quince años, tendrá que tomar una decisión. ¿Seguir tomando los corticoides y extirparse el pene para ser mujer, que es el género con el que está registrada y con el que la identifican los demás? ¿O, sencillamente, no hacer nada y quedarse tal como está?
La directora Lucía Puenzo nos propone viajar por la difícil adolescencia de una persona sobre la que pesa una dura elección de este tipo. Tanto si elige una cosa, como si elige la otra, el mundo le ha enseñado a sentirse un bicho raro. Alex tendrá que aprender a aceptarse. Y la única manera saludable de hacerlo, es que quienes le rodean le acepten tal como es. Se trata de un desafío difícil y delicado, que se mueve por la ambigüedad y por terrenos movedizos sujetos aún a investigación y donde aún existe mucha discriminación (incluso desde el mundo de la ciencia). Las cosas no son, ni deberían ser sólo blancas o negras.
La directora y guionista de la película ubica todo, en el terreno de la libertad: la libertad sexual (como elemento transmisor de una identidad y una personalidad física y psicológica), libertad para educar, libertad para vivir, libertad para ser libre. Tolerancia absoluta desde la libertad. Es dura y tierna a un tiempo y aprovecha bien de una historia proponiendo una trama, buscando hacer pensar al público.
Esta película trata un tema complicado como es la intersexualidad y la elección del sexo. Me hizo meditar sobre tantos temas relacionados con los cambios sexo e investigar si era cierto que había personas que nacían con los dos sexos.
Según las normas genéticas más elementales, los hombres poseen los cromosomas XY, y las mujeres los XX. En el síndrome de Klinefelter se presentan los cromosomas XXY, que son los que determinan la ambigüedad sexual (o hermafroditismo) del sujeto en cuestión. Algo tan sencillo de explicar y los inconvenientes emocionales que conlleva a los afectados.
Por otro lado, el sexo biológico, el género y la orientación sexual que son independientes. Por tanto, en los casos de síndrome XXY, en casos similares a los de Álex, como cualquier realidad intersexual (que no hermafroditismo, que sólo se da en plantas y animales excepto los humanos, cuando hay un desarrollo completo y funcional de los dos sexos y hay una condición plenamente fértil con ambos), no tiene nada que ver con la identidad de género, ni en si se es homosexual, heterosexual, etc.
Lucía Puenzo nos cuenta la historia de forma progresiva, de tal forma que el espectador irá descubriendo poco a poco una historia compleja, en la que los protagonistas se enfrentan a una situación casi única. Esto da pie a que la película nos hable del ser diferente, de la libertad de elegir, del miedo al que dirán. La sociedad nos exige que nos definamos, que nos decidamos, especialmente con el sexo: o eres mujer, o varón, pero tienes que ser una cosa, o la otra; nunca las dos a la vez.
Sin embargo, pese a las buenas intenciones, pese a la libertad, pese a ese derecho a no decidir...todavía, el entorno presiona señalando a Álex como a un monstruo, y esa presión se revela en todos los que rodean a la chica-chico, en su familia, y en ella misma. Y es que en esta historia importa no sólo la indefinición del sexo de la protagonista, sino lo que esta indefinición, o esta situación, provoca en los demás, y que puede ser miedo, rechazo, amor o atracción morbosa.
Algunas reflexiones posibles desde una mirada cristiana
Un primer aspecto que me interesa considerar. Desde mediados del siglo XX el surgimiento de la sexología como ciencia de la salud y de la educación ha ido incorporando nuevos descubrimientos, avances y teorías que han enriquecido el pensamiento científico. Fue profundizando en el conocimiento de la sexualidad humana, buscando entender la misma. En este camino, han aparecido acercamientos teóricos que dan cuenta de la afirmación “La sexualidad humana es fenomenológicamente diversa desde las concepciones de salud”; y no como se creía al respecto que, se le pensaba como algo simple y con una lógica estrictamente binaria, fuera de lo cual, todo lo demás era considerado patología o trastorno.
Significa que la sexualidad humana no adopta una sola forma aceptada como ‘normal’ (la heterosexualidad). Sino que la normalidad sexual presenta diversidad de maneras de ser y estar en el mundo. Algunas de ellas, las conocemos con nombres como heterosexual, homosexual, bisexual, pansexual, asexual, transexual, transgénero, intersexual, etc. Pero, además, la combinación de todas ellas y los términos intermedios entre dichas categorías multiplica a su vez, las formas sexuadas de ser y estar en ese mundo como seres humanos. Todas ellas coexisten y hoy se les considera sin distinciones como parte de la ‘normalidad de la salud’ de los seres humanos. Afirmar lo contrario hoy, es no darse cuenta de que las últimas evidencias científicas al respecto, ya no son ambiguas en lo que respecta a este punto. En relación a su etiología u orígenes, la mayoría de los científicos acuerdan que, es probablemente el resultado de una interacción compleja de factores biológicos, cognitivos y del entorno que interactúan entre si y juegan un papel importante en la sexualidad de una persona; pero que aún su génesis permanece en estado de investigación y un tanto desconocida.
La realidad humana es entonces sexualmente diversa por naturaleza, así lo ha permitido el creador, más allá de que pretendamos no querer verla o recortarla. Es necesario comprender más de cerca estas situaciones de la sexualidad, que desafían la lógica binaria a la que el mundo científico siempre adhirió como criterio único de “normalidad”.
Un segundo aspecto en el que me gustaría hacer foco. Desde una óptica de derechos, me pregunto ¿cómo defender y garantizar el derecho a la no discriminación de estos seres humanos que viven algunas de estas situaciones y su derecho a vivir con libertad y seguridad la construcción de su identidad sexual, así como la vivencia humanizante de su sexualidad?
¿No será hora de centrar energías en una educación más inclusiva, que evite todo tipo de discriminación hacia los demás seres humanos? Estas personas no solo experimentan que les ocurren otras cosas en sus vivencias de la sexualidad, diferentes a las que se creen hegemónicas y normalizadoras; sino que, además sufren por ser objeto de la discriminación y exclusión de otros seres humanos, que se constituyen arbitrariamente en ‘dueños de la verdad’. Se vuelve imprescindible respetar y entender a cada persona, con sus historias de vida y sus situaciones concretas. Ser conscientes que a nuestro alrededor existen personas que sienten, que les pasa algo de lo que se ha descripto en este filme.
Un tercer aspecto a pensar. ¿Cómo colaborar con las familias en ese rol educativo, pero también de tutela y defensa de los derechos de los/as hijos/as para que logren acompañarles de la forma más adecuada y asertiva posible?
Es necesario alentar una actitud de búsqueda y conocimiento sobre lo que las ciencias de la salud van investigando y laudando sobre esta temática, para no quedar equívocamente desaggiornados, e inducir así a otros, en errores que se podrían evitar. De esta manera, será posible entender con más exactitud lo que sucede no sólo por la biología de los seres humanos, sino también en el mundo psíquico y afectivo de las personas que, al armarse como un todo con sus mundos corporales, se forma un ser más complejo, original, único y diverso al que habrá que tratar de acompañar con prudencia y amorevolezza.
Hoy, muchas familias no sólo experimentan la desorientación, sino que, a su vez se sienten sin poder apoyarse en otros que realmente les puedan entender en lo que están viviendo, sin ser juzgados, discriminados, catalogados o excluidos.
Un cuarto aspecto que me interesa señalar. ¿En qué consiste elegir un determinado sexo? ¿Es tan antojadizo como se afirma a la ligera? ¿No será que el sexo (tanto biológico como psicológico) no se elige? Cuando popularmente se habla de optar o elegir un sexo u otro, no se refiere a la arbitrariedad o al antojo propio del individuo. Sino que refiere a que, si existe una ambivalencia o una no concordancia entre lo que el individuo siente y su propia biología, allí el individuo podrá optar por cuál de ambas posibilidad exteriorizará o adecuará entre su biología y su llamada identidad de género con que la naturaleza lo armó.
Por último, creo importante subrayar que la fe cristiana en la actualidad es desafiada frente al avance de las ciencias de la salud, a comprender con otra cabeza el tema de la sexualidad humana. Esto significa repensar sus convicciones sobre el ser humano para que las mismas no nieguen la realidad fenomenológica de lo que la naturaleza y el mundo muestra. Quizás esto suponga provocar una nueva reinterpretación de la Palabra revelada, a la luz de lo que antes no se conocía ni se exteriorizaba con tanta naturalidad como está ocurriendo hoy.
Me gustaría cerrar esta reflexión reivindicando un cambio radical en la pedagogía que se utiliza para acompañar y realizar el anuncio evangélico en estas temáticas. A su vez aliento a todos/as a buscar, investigar con mayor apertura, formarse en el campo de las ciencias de la salud con una mirada más comprensiva y menos contaminada de prejuicios o preconceptos que chocan con el esfuerzo que la investigación científica va realizando para entender más la sexualidad de los seres humanos.
Renovemos con autenticidad la vocación por anunciar el Reino de Dios que nos propuso Jesús, buscando entender y respetar a nuestros hermanos los seres humanos tal como son, como piensan y como les tocó vivir en este cosmos que cohabitamos como casa común.
Agustín Bergeret
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