(Adaptación extraída de artículo de Psicóloga y Master en Neuropsicología Elena Flores García- Blog NeuroClass)
Año 2023, Junio, 26. Foro N° 8.
El abrazo es un gesto que, prácticamente, está presente en la vida del ser humano desde el nacimiento. Hasta en la alimentación del pequeño, durante la lactancia, una madre necesita acunar con los brazos. De hecho… ¿Sabías que el abrazo entre los padres y el bebé subyace al vínculo y al desarrollo psicofisiológico de éste?

Generalmente, el abrazo expresa sentimientos positivos hacia los demás, como la alegría, amor, felicidad y calor. Así, las personas que se involucran con más frecuencia en el contacto interpersonal disfrutan de mejor salud física, psicológica y relacional. Y es que, este tipo de comportamiento amortigua las consecuencias perjudiciales del estrés psicológico. Incluso se han creado chalecos inflables para ayudar a calmar a los niños con trastornos del procesamiento sensorial. Los abrazos existen no solo en diferentes culturas, sino también en especies de primates no humanos. Pero… ¿Cómo influyen los abrazos con el cerebro?
Más allá de un abrazo
Si nos centramos en una pareja romántica, el tacto interpersonal da paso a una disminución de la angustia, del riesgo de infección y reducción de la reactividad cardiovascular y secreción de cortisol.
Pues, los abrazos conducen a la liberación de la hormona oxitocina (llamada ”hormona del abrazo”), que inhibe la síntesis de la hormona adrenocorticotrópica en la hipófisis debido a su parecido molecular con la vasopresina, hormona liberada durante la activación del eje hipotalámico- pituitario- adrenal (HPA) (Ocklenburg et al., 2022).
Además, recibir estimulación táctil se relaciona con un aumento de la actividad del nervio, que causa una disminución de las respuestas fisiológicas. Con esto, los abrazos también intervienen en la disminución de la activación de regiones cerebrales asociadas con la amenaza emocional y conductual. Pues son señal de ausencia de hostilidad. Ahora, lo anterior no solo ocurre con quien conocemos, sino incluso con extraños (Murphy et al., 2018).
¿Por qué todo parece mejor después de un abrazo?
Básicamente, porque las percepciones de la disponibilidad de apoyo social aumentan cuando se transmite de manera tangible el cuidado y la empatía. Y, no solo eso, sino que este tipo de contacto se asocia con mayor seguridad de apego, apoyo y resolución de conflictos más fácil.
De hecho, en cuanto a esto último e independientemente de las situaciones de conflicto, abrazar generalmente aumenta el estado de ánimo positivo y disminuye el estado de ánimo negativo.
Ahora, como es de suponer, todos los abrazos no son iguales y hay factores que influyen en unos y otros. Pues, aunque son comportamientos naturales también son muy complejos.
¿Qué factores influyen en los abrazos?
Dueren et al. (2021) realizaron algunos estudios al respecto:
Hallaron que la duración del abrazo podía influir en la experiencia del mismo. Específicamente, los abrazos de 1 segundo fueron calificados como menos agradables y menos controlables que los abrazos que duraban 5 y 10 segundos.
Lo que califica a los abrazos más largos como más agradables que los cortos.
Además, según el género el estilo de cruce de brazos, se vivencia distinto. Siendo más propensos en las díadas mujer-mujer o mujer-hombre compartir un abrazo en la cintura y cuello que las díadas hombre-hombre.
Algunos detalles que se pasan por alto
¿Sabías que una mayor presión en un abrazo indica mayor afecto positivo hacia la persona? ¿O que la sincronicidad (tanto temporal como espacial) de las partes del cuerpo entre los individuos aportan información de la relación entre ambos? ¿Y que cada uno puede asumir diferentes roles, como líder o iniciador?
Por ejemplo, se ha supuesto que, en situaciones más emocionales, existe un movimiento más rápido del brazo en la trayectoria del abrazo hacia la otra persona que en una situación emocionalmente neutral (Ocklenburg et al., 2022).
Y es que, abrazar tiene elementos muy específicos y diferenciadores, aunque a simple vista pudieran parecer todos iguales. Sostener o acunar a un bebé en brazos tiene propósitos específicos como moverse y alimentarle, pero abrazarlo es una expresión del afecto del cuidador. Algo que se observa en el propósito, postura y presión (Yoshida et al., 2020).
Robots y abrazos
Tal es la importancia de los abrazos que, incluso los robóticos están interesados en que los robots algún día abracen a los humanos tan a la perfección como los humanos abrazan a otros humanos.
Entre algunas de las características que tendría el robot perfecto, han hallado que la gente prefiere abrazar un robot suave que a un robot rígido y que también existe mayor preferencia por abrazar a un robot caliente, que a uno frío.
Así mismo, se opta por un robot que abrace con una cantidad media de presión, en lugar de abrazarse demasiado poco o muy fuerte.
Y, finalmente, se escoge antes un robot que libera del abrazo inmediatamente cuando uno está listo para que este termine, en lugar de que el robot libere un brazo antes o después de tiempo.
Uno de los objetivos de las investigaciones actuales es que las personas puedan enviarse abrazos personalizados entre sí a través de una nueva plataforma robótica.
Imaginemos un foro en línea para que las personas personalicen el abrazo que les gustaría enviar, incluyendo el ajuste de la tensión y la duración, la carga de un vídeo o grabación de voz, y tal vez el añadido de una palmadita en la espalda (Block y Kuchenbecker, 2019).
Aunque esto puede parecerse a una de las famosas películas protagonizada por Robin Williams, sería muy útil de cara a personas que presenten un trastorno de atención con déficit e hiperactiva (TDAH) o del espectro autista (TEA), por ejemplo. De hecho, ya existen algunos instrumentos que tratan de dar ese servicio (Lo et al., 2018).
A modo de síntesis, en los segundos, que suele durar un abrazo promedio, pueden ocurrir muchas cosas. Y esto acontece en la vida de una persona desde que nace, proporcionándole seguridad, proximidad y vínculo emocional.
En todo lo mencionado también hay que tener en cuenta que tocar en un brazo puede comunicar distintas emociones y no todo el mundo disfruta del contacto social en la misma medida.
Para pensarlo desde una óptica cristiana.
Si uno recorre los Evangelios y la vida de los primeros cristianos observa que tanto Jesús como sus discípulos tocaban para hacer el bien, a las personas que se les acercaban. La forma en que las personas hacen contacto con otras, pueden alimentar vida, trasmitir el afecto, sanar soledades, devolver el ánimo, aumentar la autoestima y la autovaloración. Por el contrario, fomentar un mundo sin contacto físico entre los seres humanos, va retroalimentando un mundo distante, más frío, más deshumanizante, individualista, donde la energía que humaniza no circula adecuadamente.
Creo que, promover una educación afectivo sexual que genere el contacto entre personas siempre será positivo, pues colabora en la educación de los sentimientos y emociones para ayudar a promover un mundo más humano y fraterno. Por esto, es importante no tener miedo a proponer experiencias de contacto entre educandos, que les eduque y prepare para un mundo que sepa abrazar más y destruir menos, que sepa incluir más a los otros y achique las distancias que se generan. Por supuesto, generando condiciones adecuadas en estos procesos, que sean respetuosas de la individualidad de cada persona. Promoviendo procesos y nunca imponiendo. Animando a experimentar con otros la expresión de los sentimientos y emociones en un clima de respeto mutuo, de decisiones consentidas, y de contacto humano liberador y nunca opresor ni abusador del otro.
Agustín Bergeret.
Referencias bibliográficas
Block, A. E. y Kuchenbecker, K. J. (2019). Softness, Warmth, and Responsiveness Improve Robot Hugs. International Journal of Social Robotics, 11(1), 49-64. https://doi.org/10.1007/s12369-018-0495-2
Dueren, A. L., Vafeiadou, A., Edgar, C. y Banissy, M. J. (2021). The influence of duration, arm crossing style, gender, and emotional closeness on hugging behaviour. Acta psychologica, 221, 103441. https://doi.org/10.1016/j.actpsy.2021.103441
Lo, J.-S., Lee, K. C. K. y Huang, S.-C. (2018). Hugging Tight for Comfort: Innovative Design of Sitting Hug Machine for The Therapy of Autism. En A. M. Lokman, T. Yamanaka, P. Lévy, K. Chen, & S. Koyama (Eds.), Proceedings of the 7th International Conference on Kansei Engineering and Emotion Research 2018 (Vol. 739, pp. 564-573). Springer. https://doi.org/10.1007/978-981-10-8612-0_59
Murphy, M. L. M., Janicki-Deverts, D. y Cohen, S. (2018). Receiving a hug is associated with the attenuation of negative mood that occurs on days with interpersonal conflict. PloS one, 13(10), e0203522. https://doi.org/10.1371/journal.pone.0203522
Ocklenburg, S., Packheiser, J. y Hidalgo-Gadea, G. (2022). Social touch in the age of computational ethology: Embracing as a multidimensional and complex behaviour. Current Psychology. https://doi.org/10.1007/s12144-022-03051-9
Yoshida, S., Kawahara, Y., Sasatani, T., Kiyono, K., Kobayashi, Y. y Funato, H. (2020). Infants Show Physiological Responses Specific to Parental Hugs. iScience, 23(4), 100996. https://doi.org/10.1016/j.isci.2020.100996
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