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Educar en y para el amor

Actualizado: 21 mar 2022


Una Educación Afectivo Sexual desde la perspectiva cristiana debería poder apuntar a Educar en y para el Amor. Incluye la maduración de un proyecto valórico que afecta la vida en su integralidad. Nuestra sexualidad crece y se realiza desde la dimensión personal y comunitaria del amor. Como dice Juan: “Dios es Amor”. (1 Juan 4, 8).

Al preguntarnos acerca del norte hacia el que intentaremos hacer crecer a ese educando, aparece con fuerza: ‘el Amor’. La Biblia presenta el amor como la clave de la vida, aquel que da sentido a las cosas que vivimos, sentimos y emprendemos. San Pablo en sus cartas lo presenta como la clave de la existencia y lo hace de la siguiente forma: “...Les voy a mostrar un camino mucho mejor: Si yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, y me faltara el amor, no sería más que bronce que resuena y campana que toca. Si yo tuviera el don de profecías, conociendo las cosas secretas con toda clase de conocimientos y tuviera tanta fe como para trasladar montañas, pero me faltara el amor, nada soy. Si reparto todo lo que poseo a los pobres y si entrego hasta mi propio cuerpo para ser quemado, pero sin tener amor, de nada me sirve. El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. El amor nunca pasará”. (Biblia,1 Corintios 13) El amor aparece claramente como el motor de nuestras acciones, significaciones y decisiones, aquel que da sentido total a la existencia humana. El sexólogo uruguayo Flores Colombino afirma: “Amor y sexualidad no se oponen, sino que son parte del mismo concepto. El amor es energía, pero también lo es la sexualidad. El amor puede vincularse al rol del sol en nuestro sistema solar: está en el centro alrededor del cual giran las otras necesidades, como los planetas en sus órbitas (...) El amor es la más elevada, profunda y significativa de las formas de comunicación, (...) Erickson (1950) demostró que la capacidad de amar se consolida junto con la definición de la identidad que marca el final de la adolescencia y el comienzo de la adultez. Se requiere madurez y salud mental para amar y compartir la intimidad del otro. Hay un cierto atreverse para romper esos límites y entrar en la intimidad del otro, camino sin retorno desde la amistad o un simple conocimiento. Hay una modificación de la naturaleza del vínculo (...) La Educación sexual debe contemplar “la educación para el amor”, para el altruismo realista, y capacitar al individuo para la construcción de una pareja armónica. La capacidad de amar no se logra como un destino”. (Flores Colombino A., 2003). Si queremos que el amor dé sentido total a nuestra existencia, la clave será educar en sexualidad en esta dirección. La educación nunca es neutra. Hay valores que la atraviesan que se ponen en juego. Desde el pensamiento cristiano creemos que nuestra sexualidad crece y se realiza desde la dimensión personal y comunitaria del amor. Desde esa óptica es que miramos nuestra sexualidad. Amor a sí mismo, amor al otro, amor a Dios, fuente y origen de la vida que por amor nos creó. La educación formal tiende muchas veces a uniformizar y homogeneizar. El amor rompe con esos moldes, pues es lo que lanza al ser humano a ser libre, a ser en relación, a dar sentido a la existencia del otro y a la suya propia, a sentir necesidad del otro. Una verdadera educación afectivo-sexual debería apuntar a Educar en el Amor y para el Amor. Incluye la maduración de un proyecto valórico que afecta la vida en su integralidad. Como dice Juan: “Dios es Amor”. (1 Juan 4, 8). Cuando se realiza educación de la sexualidad específicamente, se educa esta dimensión constitutiva de los seres humanos en esa misma línea, el Gran Comunicador de la historia. Él es la inspiración, modelo, origen y fuente, pues el ser humano se reconoce creado a imagen y semejanza de Dios mismo. Se vuelve necesario revisar todo el quehacer de nuestras comunidades educativas, especialmente todas aquellas iniciativas y acciones que se relacionan con ‘la educación afectivo-sexual’. Será necesario afinar criterios y adecuar metodologías que ponga a la totalidad de los educadores en sintonía y comunión de quehaceres que apunten más claramente hacia ‘La Educación para la libertad y el Amor’, con la finalidad de lograr el crecimiento de la persona humana y la fidelidad al Dios de la Historia que nos quiere plenamente felices.


Referencias bibliográficas:


• Biblia Latinoamericana. Ediciones Paulinas Verbo Divino, España. (1974)

• Colegio y Liceo San Juan Bautista. Revisión de criterios institucionales sobre Educación en el Amor de la Comunidad Educativa. Capítulo IV. Uruguay. (2005).

• Flores Colombino A. “El lenguaje sexual”, 5ª edición, Ediciones A&M. Uruguay. (2003)

• Oficio Catequístico. Equipo Arquidiocesano de Colegios Católicos. Grandes líneas para la Educación en el amor en los Colegios Católicos. Uruguay. (1998) Leer páginas enlazadas: • Educar en y para la libertad • El Amor no es sólo un sentimiento

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